Todo era tan extraño, quizás estaba equivocada, pero no
podía ser, no, él había muerto. La llamaron diciendo lo que le había ocurrido, hace
un año.
El día que ocurría era su aniversario, 5 años juntos, y recibió esa llamada.
- - ¿Hola, buenas noches .¿Es familiar del señor Rodríguez?
- - Sí, claro. Soy su mujer.¿Qué ha pasado?
- - Lamentamos llamarle, pero ha pasado algo, su marido acaba de tener un accidente, está muy grave, lo trasladamos al hospital de Sta
Ana.
- - Como, qué, que ha pasado ¿está bien?
- - Lo siento, no puedo decirle nada más.
Tras colgar el teléfono cogió
todo lo necesario y se fue hacia el hospital donde le habían dicho que lo
trasladaría, no quería perder ni un segundo a su lado, pero no sabía cómo estaba.
Estaba confundida, que había podido pasar, si él siempre conducía con cuidado,
pero esa noche estaba mal y era cierto que se había dado cuenta de que estaba
tardando más de lo normal.
Cuando llego al hospital Clara
fue avisada de que su marido estaba en quirófano, que estaba muy mal, se había
salido de la carretera y tenía heridas graves. Debería esperar a que saliera el
médico.
Tras 4 horas de operación, salió la
persona que había dirigido la misma, Clara se levantó de golpe del asiento y
con los ojos llenos de lágrimas le preguntó que como estaba su amado, si todo
estaba bien y sobre todo que cuando podría verlo. El médico le dijo que habían
hecho todo lo posible, pero que deberían de esperar a ver su reacción a los
medicamentos y a ver como evoluciona con la operación.
Se fue con él a la habitación, esperaba a que se
despertase, le tenía las manos cogidas, estaba arrepentida, la noche antes del
accidente habían tenido una fuerte discusión, y ella le había dicho que no
quería hablar con él, que la dejase sola.
Tras unos días en cuidados
intensivos, todo empezó a complicarse, la cosa cada vez iba peor y los médicos
no sabían a qué se debía, ya no podían hacer nada más. Solo esperar a que
pasara todo.
Su amado murió con ella a su lado,
no se separó de él en ningún momento, pero ella no le pudo pedir perdón, bueno sí,
se lo pidió, pero no pudo saber si él la perdonaría.
No levantaba cabeza, todos los
días era la misma rutina, no descansaba, solo una cosa la consolaba, todas las
noches, cuando conseguía conciliar el sueño, oía una voz, una voz procedente de
ninguna parte, no había persona o instrumento que la produjera, pero era la de su esposo, esa voz le decía todas las
noches lo mismo: “No te preocupes, él lo sabe, sabe que lo quiere y la perdona”.
Así una noche tras otra, siempre lo mismo, estaba desesperada.
Pero la cosa no iba a acabar ahí
y ella aún no lo sabía. Él todos los meses le regalaba una rosa blanca con una
nota y ese mismo mes, ella recibió una caja con una rosa blanca, y una nota” Te
quiero” al principio quedó desconcertada, pero pensó que él las habría
encargado antes de morir. Pero dos meses
después de la muerte de su amado, volvió a recibir una nota y así durante todo
el año, pero… ¿Quién era? ¿Por qué recibía esas flores y esas notas?
En la última caja recibida, no
había una nota, ni una rosa, había 8 rosas y una carta en la que decía: “Cariño, se que preguntaras de donde vienen
estas cajas, todo tiene una explicación, pero prefiero que pienses que soy yo
quien las envía. Esta vez tienes 8 rosas, una por cada año que hemos pasado
juntos. Los 8 mejores años de mi vida, no sé cómo habrá sido mi muerte, solo sé
que esté donde esté, te esperaré toda la vida hasta que volvamos a unirnos y
que esté donde esté te protegeré. Te quiero cariño “