Mi frase favorita

“… y es ahí, justo en ese momento, cuando te das cuenta de que las cosas sólo ocurren una vez, y por mucho que te esfuerces ya nunca volverás a sentir lo mismo, ya nunca tendrás la sensación de estar a tres metros sobre el cielo”.”

sábado, 31 de enero de 2015

El cambio que debe llegar.













Cerrar los ojos e imaginar que el mundo es otro. 
Que las desigualdades no son tantas,
que las injusticias son solo pesadillas que nos acechan de noche.

Cerrar los ojos y querer ver un mundo distinto,
donde todos somos iguales y donde nadie sufre la miseria.
donde los desahucios son monstruos que asustan  a un niño dormido,
cual monstruo en un armario

Pensar que la muerte vendrá de manera natural
sin sufrimiento ni dolor.
Que los niños no saben lo que es el hambre
y que las madres no saben lo que es el dolor, por no tener un trozo de pan

Que los abuelos pueden disfrutar de su vejez
y no volver a ver lo que ya pasaron una vez,
hambre, miseria y dolor.

Cerrar los ojos y creer que el mundo puede ser mejor.
En cambio, cuando los abrimos, solo nos queda esperar el cambio que debe llegar
y que nunca debemos desesperar.

Que ese niño reirá sin parar,
que esa madre tendrá un plato para almorzar,
que los abuelos puedan disfrutar y viajar,
y los jóvenes podremos estudiar.

jueves, 29 de enero de 2015

Extrañamente conocidos.

Clara disfrutaba de su lectura mientras viajaba dirección a Barcelona, cuando de pronto algo hizo que saliese de esa lectura que la absorbía completamente. 

Aquello que la sacó de su enfrascamiento no fue algo normal, no fue un ruido ni nada así, fue un hombre. Ese hombre, pasó por la puerta de su vagón ¿Quién era ese hombre? Su cara le era conocida, él tenía algo que le era familiar, tenía algo que la atraía, pero no sabía por qué.

Esos ojos, los conocía, los había visto en algún lado, no solo los había visto, había convivido con ellos, pero… ¿cuándo?

Decide acercarse a él, se dirige hacia su vagón, era el número 7, estaba dispuesta a averiguar quién es y por qué le resulta familiar. Lo conocía, estaba segura.

Le preguntó su nombre, Alonso, el chico se llamaba Alonso, empezaron una conversación y conforme iban contándose sus vivencias, se iba confirmando que se resultaban extrañamente conocidos.
Cuando él miró a Clara a su cara tuvo exactamente la misma, sabía que la conocía ,sabía que era ella, era la mujer con la que quería pasar el resto de su vida, sabía que era ella la que llevaba buscando toda su vida.

La química era palpable en el vagón, ambos sabían que era el inicio de una bonita historia, que comenzó con un simple vagón. 

martes, 27 de enero de 2015

El dolor del adiós



Personajes:
Aeneas: Padre
Calandra: Madre
Dionne: Hija mayor
Tymeus: Hijo menor
Quíone: Sirvienta Coro





(Calandra se encuentra apoyado en la ventana mientras recuerda la partida de su amado Aeneas)

CORO: El adiós, enviado por el cruel destino, asola la familia de Aeneas, el adiós, forzado y no querido, hace que todos lloren el viaje del padre, el adiós hasta que Zeus quiera. ¡Oh dioses! Proteged a Calandra, quien se queda sola en casa con sus dos hijos.

AENEAS: Adiós, mujer, debo partir, el deber me llama, quiero proteger a la familia, quiero que estéis bien; no me demoraré en llegar. Atenea nos protegerá en nuestro camino.

CALANDRA: ¡Por todos los dioses del Olimpo! ¿No hay más hombres en Tesalia, que has de partir tú? Tenemos un hijo en camino, no tardará mucho en venir al mundo, quédate Aeneas. No quiero que me ocurra como a Penélope. No quiero estar sola durante décadas para que cuando vuelvas yo sea vieja y fea.

DIONNE: Padre, ten cuidado, no quiero que te pase nada, quiero que vuelvas sano, hija de Zeus, protégele, apiádate de quien tiene un hijo a la espera, haz que la lucha no dure demasiado.

AENEAS: Adiós mujer, adiós pequeña Dionne, serás una gran mujer, Afrodita ha puesto sus dones en ti, cuida de tu madre y de tu pequeño hermano.

(La entrada de la sirvienta hace que Calandra vuelva a la realidad y deje sus pensamientos.)

SIRVIENTA: Vamos, Calandra, no llores más, eso no es bueno, tienes unos hijos que te necesitan. Debes pensar que volverá pronto, los dioses están de su parte.

CORO: Incrédula Quíone, no sabe lo que el destino tiene preparado a su señora. Ahora son tiempos felices para lo que queda por llegar, terror y la angustia vivirán en esa casa.

Se oyen ruidos en las afueras de la casa, DIONNE se asoma y ve llegar unos barcos. ¿Serán ellos? Sí son ellos. Todos corren al encuentro de los recién llegados.
DIONNE pregunta por AENEAS y las respuestas traen el mal al hogar de Calandra. Aeneas ha traicionado a su patria y lo han matado, ella y sus hijos van a correr la misma suerte que su esposo.

CALANDRA: Vamos hijos, vuestro padre nos ha traicionado, y a sufrido la ira de los dioses ¡Maldito seas, Aeneas¡ Confié en ti, dijiste que volverías, espero que te dieran una muerte dolorosa y cruel.

DIONNE: Pero madre ¿dónde vamos? ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está padre?

CALANDRA: Ya no está hija, no ha sido un verdadero hombre y ha traicionado a la patria, ha contado los planes de ataque al frente enemigo y ahora vamos a pagar nosotros la venganza. Nos quieren matar, pero no sé cuando vendrán.

TYMEUS: ¿Pero por qué? ¿Qué hemos hecho nosotros?

CALANDRA: Nada, hijo, nosotros no hemos hecho nada, ha sido todo el maldito Aeneas. Vamos a casa, es hora de comer algo.

(Tras la comida, todos se encuentran mal, sienten dolores en el vientre y CALANDRA les dice que será debido a algo que hubiesen comido)

CORO: Pero ella sabía perfectamente que no era eso lo que le afectaba a sus hijos. Ella sabía que el fin llegaría pronto.

SIRVIENTA: Calandra, debes decirles la verdad, no puedes dejar que mueran sin saberla.

CALANDRA: Tienes razón, Quíone, debo confesarles lo que he hecho. Llámalos, que vengan a mí.

(Quíone sale del cuarto de Calandra, y busca a los hijos para que se acerquen a hablar con su madre. Ambos van al cuarto y la encuentran en la cama recostada)

CALANDRA: Hijos míos, acercaros, tengo que confesaros algo, os he hecho creer que estábamos enfermos por algo que habíamos, no es así, conocí a una mujer que me ofreció poner fin a nuestro futuro y acepté, queridos, mientras comíais conseguí que bebieseis un poco de este veneno.
No aguanto más esta inquietud, sin saber cuándo vendrán a matarnos. Lo teníamos todo y ahora no tenemos nada.

(Los hijos con los ojos llenos de lágrimas no saben que decir, no son capaces de asimilar que su propia madre los envenenó para que no sufrieran, no saben si agradecerlo o reprenderlo)

TYMEUS: Madre, ¿cuánto tiempo nos queda? Quiero saberlo, no quiero que me ocurra por sorpresa.

CALANDRA: No lo sé.

(Salen de la habitación y Dionne va a la cocina)

CORO: Dionne, incapaz de perdonar lo que le ha hecho su madre, con las pocas fuerzas que le quedan, va a buscar el arma con la que vengarse, y la encuentra, una flecha afilada que pertenecía a su padre, capaz de matar a un animal.

DIONNE: (susurrando) Lo siento, madre, nunca seré capaz de perdonarte lo que nos has hecho, por eso yo misma quiero darte muerte.

CORO: Y así lo hace, mata a su madre e incapaz de ver sufrir a su pequeño hermano, lo mata a él también, ya solo queda esperar que Las Parcas corten sus hilos.

Eterno recuerdo

Apoyada en el alfeizar de su ventana miraba al cielo con los ojos tristes, llevaba ya unas horas en esa posición, mirando aquella masa oscura, que se encontraba sobre ella. 

Vio como el cielo se teñía de púrpura,abandonando el intenso azul propio del día. Tantas eran las horas que llevaba allí que vio anochecer. 

Por su mente solo una pregunta, ¿por qué? 
Se fue, la dejó sola, ni siquiera se despidió y no le pudo decir cuanto lo quería, no tuvo tiempo, pasó todo tan rápido que no le había dado tiempo de hacerse a la idea de que no volvería a verlo nunca. 

Sabía que él siempre estaría en sus sueños, en sus mejores recuerdos de niña y en cada uno de los momentos más importantes de su vida: su graduación, su boda, su primer hijo. Lo sabía, sabría que él la acompañaría y le daría fuerzas en sus peores momentos.
 Pero también sabía que lo echaría de menos, que se fue para siempre, llevándose una parte de su vida,una parte de ella. 

Sus manos, no volverían a tocar aquella cara arrugada por el paso de los años, no volverían a tocar sus manos gastadas por aquel trabajo que ocupó gran parte de su vida.
Su armario estaba vacío, ya no quedaba nada, su cama estaba vacía, ya no tenía sentido mirar hacía su lado. Todo era tan duro.

 Se resignaba a creer que una de las primeras personas que la tomó en brazos al nacer, se fuese así, sin recordar si quiera su propio nombre, sus viajes, sus recuerdos, sus anécdotas, su familia, no recordaba nada, o eso decían los médicos, ella no estaba tan segura. Lo veía sonreír cuando llegaba alguien que conocía, cuando le enseñaban sus fotos o cuando le daban un beso.

 Con estos recuerdos, las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, y volvió esa pregunta que le rondaba cada vez más ¿por qué, por qué te fuiste sin despedirte abuelo?

Todos los inicios son difíciles

Parece ser que todos los inicios son difíciles: 

En mi caso, parecía que nunca iba a ser capaz de ponerme a escribir, pero por fin decidí dar el paso adelante.
Un día te levantas por la mañana, abres la ventana, y dices hoy sí, hoy va a ser un gran día,  no sabes por dónde va a comenzar ese gran día, pero sin embargo, sabes que lo será. 
Cuando miramos al cielo no sabemos que hay allá arriba, no sabemos si lo que hay allí será mejor o peor que lo que hay aquí, sin embargo es el comienzo de algo, comienzo que tuvo que ser difícil para alguien.

Soy consciente de que en el camino me voy a encontrar con personas que estén de acuerdo y le guste lo que escribo, con personas a las que no les guste o personas a las que simplemente le es indiferente, pero tengo una meta, escribir, escribir y escribir y no dejarme influenciar por nadie.

Voy a mirar al cielo y me diré sí, Rocío, tú puedes, tú llegar allí arriba. 
Gracias a todos los que a partir de hoy empecéis a leer mi blog.